La misión de la IEE, definida en su vocación interna, se realiza en la Adoración y Comunión de los santos (1 Corintios 1, 2); ésta se manifiesta en lo que el apóstol Pablo llamaría responsabilidad de los unos a las otras: cuidado, amor, respeto, paciencia, y un largo etcétera de apelativos que podríamos resumir en fraternidad y sororidad de sus miembros, sea cual sea su vinculación o compromiso, que se manifiesta de forma mística en los sacramentos, como signos de la gracia del Dios trino, Padre, Hijo y Espíritu Santo, que se visibiliza en el bautismo, la Santa Cena y la proclamación de la Palabra.
El espacio central de la adoración es nuestro culto vital (Romanos 12, 1), que celebra al Dios de la vida en todos los espacios de comunión de los miembros y en la vida de cada uno y cada una de ellas. Es misión de la comunidad la acogida y formación contínua de los miembros, para que el crecimiento y fortaleza de nuestra fe arraiguen en valores bíblicos, leídos desde una interpretación abierta, contextualizada y relevante de las escrituras en nuestra vida y sociedad.
La misión interna de la iglesia tiene una vocación externa que se manifiesta en su preocupación y responsabilidad por el lugar en el que está convocada. Así pues, son nuestra responsabilidad las personas, a las que servimos en sus necesidades tanto espirituales como materiales, trabajando con respeto y dignificándolas con y en nuestra atención. No es nuestra labor convencer, sino dar, estar dispuestos y dispuestas a cubrir las necesidades individuales y sociales de nuestro entorno, anunciando con nuestros actos el Reino de Dios y su justicia y viviendo el Evangelio que proclamamos en todas nuestras opciones y decisiones.
La visión de la IEE se enmarca en un carácter dialogante y ecuménico que busca los espacios para compartir con aquellos y aquellas que no son iguales a nosotros, creando puentes de unión que nos permitan trabajar, desde la diversidad, en la unidad del Espíritu (Efesios 4, 5).
(Del Plan Estratégico de la IEE.)
La misión y la visión de la IEE se construyen dentro del marco de los valores del Reino de Dios, con los cuales nos hemos comprometido como iglesia. Estos valores marcan y definen nuestro trabajo interno y externo, siendo nuestra guía el mensaje y la vida de Jesús y su reflejo en la Declaración de Derechos Humanos.