La Iglesia Evangélica Española quiere expresar su solidaridad con la justicia de género, en particular en este día respecto de las desigualdades e injusticias que sufren las mujeres por su condición de mujer.
Denunciamos la violencia
Nos preocupa e indigna la violencia sufrida en situaciones de guerra en las decenas de conflictos bélicos activos en todo el mundo. De forma especial somos sensibles a los conflictos de Ucrania y Afganistán por su virulencia y actualidad y el modo en que están afectando al bienestar de las mujeres y de las niñas.
Nos preocupa y reclama nuestra solidaridad la persecución de las mujeres y los ataques en forma de feminicidios o violencia machista que siguen generando victimas en nuestro propio país y en tantos lugares del mundo rompiendo familias y comprometiendo el futuro de las niñas y niños.
Nos pronunciamos a favor de la igualdad y la equidad
Cuando nos pronunciamos a favor de la igualdad y la equidad denunciamos la crítica a los esfuerzos de las mujeres por hacer, a través del feminismo, una sociedad más justa y que sea capaz de reconocer los dones y la inestimable lucha de las mujeres al progreso de la sociedad y al cuidado de la Creación.
Las iglesias y confesiones religiosas deben hacer más esfuerzos para que los derechos y la dignidad de las mujeres sean reconocidas en plenitud, en lugar de seguir alentando pautas de sumisión y dependencia, contrarias a la voluntad de Dios expresada en la Biblia.
Aprendemos con las mujeres de la Biblia que Dios considera por igual a todos los seres humanos, si hacer acepción de personas, y como lo fue en la Escritura hoy en día la aportación de las mujeres al desarrollo de nuestras comunidades e iglesias, pero en todos los ámbitos de la sociedad es un signo de esperanza.
Seguimos con el compromiso por la justicia de género
Como iglesia comprometida con los derechos humanos, según la dignidad que Dios ha otorgado, de manera inalienable, a todo ser humano, seguiremos en el compromiso por la justicia de género haciendo de la igualdad una prioridad en todo nuestro quehacer de iglesia.
Con Agar y con Rebeca, con Lidia y con Elisabet, con Deborá y Hulda reconocemos y agradecemos las voces proféticas de las mujeres que nos inspiran e impulsan a un futuro de esperanza donde la plenitud de vida alcance a cada criatura.