Después del golpe fallido de Pedro Castillo para cerrar el congreso e intervenir a los distintos poderes del Estado, y la asunción de Dina Boluarte a la presidencia, se produjeron una serie de actos de protesta en el Sur del Perú, que ha traído como consecuencia más de 47 personas muertas, entre manifestantes y miembros de la policía, además de daños a la propiedad pública y privada. Esta situación que lleva más de 35 días ha sacado a la luz las históricas demandas de la población más excluida y postergada del país. Precisamente sobre las implicancias éticas de la crisis política consultamos la opinión de lideresas y líderes evangélicos en Perú.
Hemos llegado a un colapso social, sostiene el pastor metodista Rafael Goto. “La crisis que vive el Perú nos vuelve a mostrar a un país enfrentado por la discriminación y el desprecio a los más pobres. Nuevamente, aparecen en juego las dos formas de ver la sociedad. Por un lado, desde el poder político se reviven las históricas mentalidades colonialistas y opresoras. Y del otro lado, la población excluida sigue resistiendo para quebrar la cadena de marginalización, invisibilización, y desprecio”.
Por su parte, la pastora wesleyana Luzmila Quezada advierte que estamos llegando a una situación en la que la deshumanización se acentúa. Por ello, “esta crisis nos interpela a humanizarnos con el sufrimiento de nuestros hermanos /as del Sur Andino que sufren por siglos la exclusión y estigmatización social de una elite racista y fascista que solo le importa los bienes materiales y se olvida del valor máximo e impostergable de la Vida humana que es el prójimo que es nuestro próximo que está en el país”.
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